Crónica poética de un respiro

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Aire puro,
puro ha sido el aire
la verdad ha ido susurrando hálitos de certezas
Aire puro,
así ha sido, así has fluido.
Acariciantes sean la totalidad de las cosas,
y permanentes sean las brisas de claridad.
Que se infle toda dimensión universal,
exhalando en alevosía y clamor
LA VIDA.
Aire seas puro,
firmamento seas revelador,
regazo seas por siempre nativo,
remanentes han sido y serán del alma,
siendo, liberando, respiración.
Con verdad, latente y vibrante,
¡brillante!
¡Dulces sean! ¡prominentes sean!
lo que de mis pulmones broten.
silbando un ventarrón de libertades
todo sea profundo e infinito
desde el corazón,
en el corazón,
con el corazón,
ahora y en la hora de nuestra muerte
que el Amor esté con vosotros
y con tu espíritu
vuela...

Edén

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Desde el afluente de los tejidos púrpuras,
desde los habitantes fugaces y nutrientes
de los tallos espigados, erizados y solemnes,
de elevado pero endeble autoestima.
Desde el fervor del cromo acariciante que mece los pétalos, sépalos
y que acuna al pístilo.
Florece la infusión más cálida creada del cáliz materno.
Donde el Sol hace su reverencia y la Tierra la bienvenida,
donde nace el atardecer y donde duerme el amanecer,
donde la Luna posa suavemente sus caderas a descansar en el firmamento,
en ese subcielo, la vida se nutre de vida, para dar vida,
donde el Amor se nutre de Amor, para dar Amor.
Donde todo nace al compás de un capullo, al compás de un trotajardínes,
en ese lugar...donde todo infinito hace lo infinito para el Universo.
Estamos soñando boca al cielo, con los ojos abiertos y los corazones despiertos,
Tú y yo,
en la Unión más divina y complejamente hermosa,
sellados por el lazo sideral y celestial
que el Amor ha impregnado en el papiro Omnipotente
testigo y fiel presente...
He ahí, aquí, y allá, más allá
donde Somos, seremos, Seres de viva alma
e intenso espíritu,
donde somos y seremos
de un distinto jardín.

La Espiral del Corazón: Verdad (tuya, mía, para ti y para mí)

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La Verdad del Acto por sobre el Pensamiento.
La Verdad del Amor por sobre el Razonamiento...
La Verdad de la Paciencia infinita por sobre la Espera finita...
La Verdad del Silencio por sobre el murmullo...
La Verdad de la Inocencia por sobre el Conocimiento excesivo...
La Verdad de la Humildad por sobre la Arrogancia!
La Verdad del Servicio por sobre el desinterés...
Qué hermosa es la Verdad...

Azur


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Si fuese por el limonero te daría manzanas, peras, naranjas, ciruelas...pero su vida ya liberó los colores y sabores de su fruto. ¿Liberaste los tuyos?





Azur

Eres, Somos, Todos, Nosotros, Juntos

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El Arte es...

Vivir sin existir en vano, poner los pies en Tierra Madre, Sol Padre y Luna Todopoderosa e invitar al Espíritu del Amor puro a fluir en los manantiales de nuestro Ser.


Saber que hombre y mujer significa: Uno, un ser, una especie, una comunión.
Saber también, que la inocencia y la sabiduría lúdica y simple de un Niño es el reflejo duplicado de lo que el Universo desea para ti.

Entender que tu misión no es saber sobrellevar los problemas ilusorios y las mochilas del agobio, sino que, comprender, apreciar y contemplar la hermosa misión de pulir tus acciones, purificando así, al precioso néctar que alimenta tu alma.

El Arte no está en que la vida te sonría, ni en que tu le sonrías a la vida, está en que juntas sonrían como un Todo fraterno y en armonía.



Sideral.

Crónicas de un Abolengo

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Y es que en sus manos ávidas de eterno amor,
se posa el sabio despertar de la vida,
la razón del existir y persistir,
en esas manos, los surcos enigmáticos de la verdad.
¿Conocerá, acaso, el suspiro que acaricia al Papiro Universal?
Nos conoce, sabe de que hablar
y en que momento hacerlo.
Su oír es la corteza humectante y vital,
no existe melodía expulsada por sus vástagos
que no preste atención.

Recuerdo haber subido el monte
cuando la serena aurora hacía su marcha,
estaba cansado, pero mis sentidos respondían
al cielo, y cada estrella halaba de mis harapos.

En mi báculo, colgaba un morral con
obsequios que ni yo conocía,
sólo sabía que desprendía un aroma maravilloso
que me alentaba a seguir en pie.

Miraba los bosques que me rodeaban espectantes
con un silencio cauteloso, susurraban, pero como no
soy conocedor de lenguas subterrestres,
seguí mi camino impávido.

A medida que seguía mi sendero,
me daba cuenta que todos sabían lo que sucedería,
el vibrar de la Madre los delataba.

Una vez llegado a los pies del monte,
expandí mi conciencia en su plenitud,
suavemente abrí mis brazos al cielo, en señal de
recogimiento, y esta vez sí dejé que las
estrellas hicieran su trabajo.

El Monte se veía tan hermoso, sus ranuras
y valles eran dulcemente abrigados por el Sol,
toda la tierra se abrazaba, la Madre los abrazaba.
Era el Monte que había estado frente a mis ojos toda la vida,
y jamás había accedido a ascenderlo en juventud.
Y ahora con 102 años estoy aquí,
con mis ojos sutilmente cerrados,
con una sonrisa en mi haber,
lévitamente situado en tu Flor,
tú Flor sagrada, Madre,
que me acoge e ilumina,
la cuna de tus hijos,
la Flor del Lotus.

Conversamos larga horas cósmicas,
y ¡por Dios!, que hermosa voz posee
nuestra bella Madre.
Todas las palabras liberadas en esa cima
aquellas noches/días, fueron luz de lo
que siempre esperé oír.
Durante mi corta vida, mis plegarias
nocturnas eran para y por ella.

La Madre me pidió que descansara,
que me posara en sus piernas y
respirara profundamente.
Tan profundo respiré, que me ví hallado
frente a una luz fulminante y preciosa,
un haz infinito y enceguecedor.
De pronto, me sentí eternamente incólume,
tierno y fugaz, desprendido de lo que alguna vez fue
mi cuerpo, mi haber.

Por sacro cielo me elevaba,
y silente viajaba con mis compañeras,
las que alguna vez halaron de mi tangible existencia
por aquel monte que me volvió a regalar la vida.





Sideral.

Me sirve, no me sirve

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La esperanza tan dulce,
tan pulida, tan triste
la promesa, tan leve
no me sirve.

No me sirve tan mansa
la esperanza.

La rabia tan sumisa
tan débil, tan humilde
el furor tan prudente,
no me sirve.

No me sirve tan sabia
tanta rabia.

El grito tan exacto,
si el tiempo lo permite,
alarido tan pulcro,
no me sirve.

No me sirve tan bueno,
tanto trueno.

El coraje tan dócil,
la bravura tan chirle,
la intrepidez tan lenta,
no me sirve.

No me sirve tan fría,
la osadía.

Si me sirve la vida,
que es vida hasta morirse,
el corazón alerta,
Si me sirve.

Me sirve cuando avanza
la confianza.

Me sirve tu mirada,
que es generosa y firme,
y tu silencio franco,
Si me sirve

Me sirve la medida
de tu vida.

Me sirve tu futuro,
que es un presente libre
y tu lucha de siempre,
Si me sirve.

Me sirve tu batalla,
sin medalla.

Me sirve la modestia
de tu orgullo posible
y tu mano segura,
Si me sirve.

Me sirve tu Sendero,
Compañero.








Mario Benedetti.















Silencio...












Y bueno, me he quedado sin la lucidez necesaria para manifestar mi profundo sentir por estas verdades, estáticas en el tiempo y el viento.

Hermoso viaje gestor de realidades ilusorias...