Manifiesto de Orígenes

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Jamás olvidar nuestra sangre Latinoamericana, sangre de Tierra y Agua. Fluimos con el poder astral y nuestra alma se fusiona con el espíritu indígena.

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No olvides tus raíces, el orgullo de tus orígenes es el que te hace Ser...







He llegado a la conclusión de que los instrumentos andinos tienen una esencia absolutamente mágica, sus instrumentos de viento viajan por el aire con una fluidez tan sutil que no demoran en posarse en nuestra alma rápidamente...


Los tonos armónicos y pacíficos se internan en nuestros sentidos, realzan el sonido, mantienen la melodía, y su cromática estancia persevera en el tiempo...
Al menos en mi "consciente" siguen latiendo los soplos en Sol y Re mayor que exhala aquel oriundo Latinoamericano.

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El Errante & El Trotamundos

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He pisado la piedra que me ha hecho tropezar 134 veces seguidas.

El errante vela por su temporalidad en esta Tierra, pero sin embargo, también vela por la seguridad de su estancia nítida y viviente en el ardiente terreno humano.
El errante es individualista y desconfiado, pero sin embargo, selecciona a su acompañante con tal sutileza, que se permite observar y analizar a su presa. No tiene la tendencia a equivocarse, es intuitivo y calculador.
El errante piensa e imagina, su poder de creatividad sobrepasa los límites astrales y mundanos. Por ello, su razonamiento se sobrepone a su sensibilidad...
El errante caza y forma un monopolio pensante, el errante controla.

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El trotamundos percibe su paz en un lugar determinado. Es reflexivo, y su capacidad de manejar el estado de angustia ante un tropiezo es evidente.
El trotamundos es poco perseverante, no se da el trabajo de pensar más allá de lo que le entregan, a pesar de su fuerte intelectualidad.
El trotamundos es un ser innovador y onírico, vuela por los trigales como un ave hervívoro y humilde.
Al trotamundos le cuesta pisar Tierra, su único amarre a este mundo es su fuerte pasión por "conocer"... Manifiesta su estado de regocijo con gran esmero, muy agradecido de todo lo que le entregan en sus viajes.
Pero no se confíe, el trotamundos vuela y anhela, pero si es necesario arriesgará su propia vida por lograr su objetivo. No hay que ser tan extremista.


Yo no me arriegaría a clasificar, pero si ha identificar.
Me parece que estamos en un mundo de prototipos tan desarrollados, que nos cuesta mucho plasmarnos en uno solo. Somos seres únicos, pero idénticos en algunas acciones.
Nuestra esencia es nuestra identidad.
Nacemos de una forma y nuestro constante estado de cambio, nos permite abrir los ojos hacia lo que nos interesa como sendero principal de vida.

"El Consejo de Bolsillo"

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En un ínfimo período de tiempo, sufrimos diversos cambios:

Magnéticos
Karmáticos
Climáticos
Estáticos
Anímicos

Momentáneos
Instantáneos

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La supremacía de la Luz, escasea en gran parte de los seres que habitan esta gran "franja redonda" de Tierra.

Sí, somos responsables de gran parte de nuestros errores, pero para dejar de lamentarse es necesario vincular el alma con el cuerpo.
No existe un orden infinito, pero sí una sincronización energética en nuestras manos.

Todos sabemos que nuestro karma compensa lo bueno.
Es como una identificación de formas, aromas y colores.

El aura y la composición de lo "bueno" es identificado por nuestro propio circuito energético.
A través de nuestras acciones como seres humanos "constantes y sonantes" podemos considerar que nosotros somos los responsables de nuestras acciones, y que no hay fin que justifique los medios.

Con nuestra hipócrita actitud de "víctimas" intentamos compensar nuestras caídas, que por lo cierto suelen ser intencionales pero a la vez "inconscientes".

Es la balanza entre la verdad y la bondad.

No hay porque adaptarse a un sistema que vive rodeado de "Despreciables Tradiciones".
Nosotros tenemos nuestra propia voz, y un gran cerebro que aún no aprendemos a utilizar.


Aún no logro comprender a todos esos seres humanos que andan por la vida, tirando la "mierda" (casi literalmente) a la "chuña", que creen que su superioridad y su amargura sobrepasa el nivel de autoestima de los otros. Pisoteando así, la tolerancia y el respeto ajeno.
Creo que debemos darnos la oportunidad de creer en nosotros mismos, de romper esas barreras de miedo por decir lo que razonamos.


Bueno, no creo que esté demás decir que eso de encacillar los pensamientos en "Estilos" sobrepasa lo patético.
Acaso, ¿No ven cómo nosotros mismos nos limitamos?


El camino a REconococerse es muy largo, y todos podemos entrar en ese proceso, lo único que necesitamos es tener la disposición a reflexionar sobre nuestros actos, sobre nuestros pensamientos y los ajenos.

"Con respeto, solidaridad y verdad llegas más lejos que con dinero"

Peripecia Valórica

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Lo preciso suele ser más acertivo que lo prolongado.

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En un mínimo espacio de tiempo nos disponemos a crecer como seres morales, tradicionales, y éticamente correctos.

Me pregunto: "¿Y con qué valores puedes llegar a tal extremo de supremacía espiritual y humana?", o mejor dicho: "¿Con qué cara?"


Si la humildad abundara en los espacios habitados, no existiría el riesgo cotidiano de nuestro autogenocidio...

Memorias Otoñales; "Don Arístides y sus veteranas"

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No son simples rayos los que iluminan la habitación de la Biblioteca Municipal, son los candiles más esperados por Don Arístides, que esperaba con gran anhelo el amanecer del 21 de marzo, el comienzo de su estación preferida, el otoño.

Don Arístides, mandatario por excelencia y tradición de dicha Biblioteca, era conocido por su extraña adicción a las despechadas hojas otoñales.

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"Sin mayor remordimiento esos condenados y abuntantes militares naturales (árboles), dejan a su destino infantil las humildes hojas obsoletas de plenitud y lozanía", repetía Don Arístides cada otoño, quien se posaba en la otomana más cercana a su escritorio observando la constante e inapetecida caída de sus bellas compañeras. No lograba comprender el porqué de ese desprecio botánico por sus compañeras, y más aún, no comprendía porque él era el único que las acogía mientras otros las pisoteaban o las barrían con indiferencia.

Así se pasaba tardes y noches analizando la sutil pero estruendosa caída de sus veteranas. No quiso creer que ellas premeditaban su suicidio, o que simplemente decidían tomar su rumbo hacia al vacío para buscar su libertad y el paraíso celestial. "¡Sería muy egoísta de su parte!, yo que tanto lucho porque no suceda lo indeseado" nuevamente replicaba el decano.

Mucho creían a Don Arístides como un loco desatado que en su prematura vejez lo único que tenía a su pesar eran sus preciadas hojas. Cuando hablaba de ellas, lo hacía con esa pasión e inspiración que jamás demostró por su olvidada esposa.