"¿Qué otra cosa vislumbras en la oscura lejanía, allá en el abismo del tiempo?" Shakespeare, La Tempestad
En esos extravagantes circos internos se reproduce la existencia, la dignidad del paso de un cambio a otro, el miedo a ver, sentir, olfatear, tocar y creer en nuestro reflejo, el camino del tiempo que no es tiempo y nuestra dudable existencia en él.
La exhausta y variable transformación de un ser humano a mi parecer ha (es, será) determinada por su karmática subsistencia; "Según lo que hago, practico y predico me envuelvo en la ignorancia para luego safarme de mis capas y renacer en semi sabiduría"
Así como Samsa lo hizo y deshizo, postrado en sábanas blancas y paredes desteñidas de olvido... muchos intentamos levantarnos a veces en el día a día del hundimiento atemporal. Y es considerable tomar en cuenta, que enredados en sábanas, ya sea, por un mal sueño o por una noche de pasiones develadas, no podemos ni queremos desligarnos de aquello que nos ata a una hiper-realidad.
Aquel autodidacta, indemne y desgreñado ser humano que levanta toneladas de desaires y felicidades puede ser un participante intenso de diversas etapas, épocas y circunstancias que lo hagan valer como lo que es, un terrestre, nativo, emigrante, inmigrante, autóctono, originario, ancestral, nómade o sedentario.
El constante cambalache (Do ut des) animal, donde es "Todo contra todos o todos junto a todos y TODO"
Somos la historia hecha historia, un libro infinito de posibilidades, un hecho cósmico y alucinante, somos gestores y observadores, Somos un fin con comienzo y sin fin.
Me crearon bajo el alero amante del Universo y su Tierra, con manos y ojos de abrigo hacia el divino Amor que puede proyectar El Ser. Vivo en plenitud y armonía esperando que el Cosmos haga lo suyo en nuestras tierras, cuando precise de energía suficiente.